Querido diario: Quedaban esperanzas. Quedaban algunas en un pequeño rincón del corazón, escondidas bajo una tela que las protegía de aquel limbo. Si las había, como quien dice, no las he de encontrar más. Se tomaron vacaciones o se escondieron bajo alguna tela que ya no nos permite saber que están ahí. O quizás, se fueron para siempre. Se tomaron un buque al rincón del olvido y pasan a ser un recuerdo lejano de lo que algún día deseaban, anhelaban.
Esa pequeña esperanza de esperar a que una palabra de tus labios, finalmente se dirija hacia mi persona, una vez más. Pero no un simple “hola” con un toque de sobra, porque ese tipo de cosas ya no están a nuestra altura. Bueno, en realidad… ¿Qué es lo que está a nuestra altura? Si tienes suerte, has de saber qué somos en realidad, pues yo me encuentro buscando el trébol de cuatro hojas por milenios y aún no he encontrado ninguno. No sé qué somos, pero por fuerte que es el corazón, aún puedo recordar. Sí, recordar por qué fuimos lo que fuimos, por qué somos lo que quién sabe que somos hoy y por recordar cada momento que nos unió. Y ojalá, aún nos siga uniendo.
No fue el mejor de los años, hubo peores en la relación, pero también los hubo mejores. Puedo decir que nunca pensé que el momento en el que finalmente pasaríamos tanto tiempo separados, sería ahora… Ahora cuando aún nos vemos continuamente y cuando todo parece normal a lo ajeno. Nunca imaginé que a pesar de no estar juntos, seguirían esas miradas, ese “te busco a escondidas y te encuentro, pero no quiero que sepas que te estuve buscando”. Es más, hasta llegué a pensar qué sería si habláramos, si estuviéramos a solas, juntos, sin disturbios a nuestro alrededor. Pero quizás, no sea de los mejores pensamientos que he tenido a lo largo de mi vida… Es algo, que dudo pueda concretarse. Pero la duda no quita la esperaza ni el anhelo a que eso suceda. Aunque hace varios meses quizás tengo otra inquietud, otra duda… Y esta si que realmente no nos incluye, sino, que se trata solamente de ti… ¿Cómo es posible que aguantes el maltrato, el menospreciarte y el desvalorar de tus acciones? Si antes alguien simplemente se burlaba de algo que hacías, saltabas como una langosta a defender tu persona, como quien se enfrenta a una bala por amor. Antes defendías tus ideales, tus opiniones y hasta no permitías que te menospreciaran. Y en esta inquietud, no sólo yo me aferro, sino varias personas del alrededor. Me es inevitable pensar que te lavaron el cerebro, o algo por el estilo, si es que de todas esas cosas existe alguna posible… Soportaría ver lágrimas en mi rostro, pero no pequeñas gotas cayendo de tus ojos, como el 14 de febrero del 2010 o el 25 de octubre de 2008.
Y una vez más, pregunto a quienes me conocen: ¿Qué somos? ¿Qué somos cuando nos miramos y no hablamos, cuando sientes algo por dentro y simulas lo mejor posible que por fuera no sucede nada? Pregunto, quiero respuestas, nadie me las puede dar. Nadie, nadie de quienes son mis entrevistados. Porque bien sabes que tú podrías contestarme con claridad qué somos. Por qué sucede lo que sucede y por qué nos sentimos de esta manera.
Esa pequeña esperanza de esperar a que una palabra de tus labios, finalmente se dirija hacia mi persona, una vez más. Pero no un simple “hola” con un toque de sobra, porque ese tipo de cosas ya no están a nuestra altura. Bueno, en realidad… ¿Qué es lo que está a nuestra altura? Si tienes suerte, has de saber qué somos en realidad, pues yo me encuentro buscando el trébol de cuatro hojas por milenios y aún no he encontrado ninguno. No sé qué somos, pero por fuerte que es el corazón, aún puedo recordar. Sí, recordar por qué fuimos lo que fuimos, por qué somos lo que quién sabe que somos hoy y por recordar cada momento que nos unió. Y ojalá, aún nos siga uniendo.
No fue el mejor de los años, hubo peores en la relación, pero también los hubo mejores. Puedo decir que nunca pensé que el momento en el que finalmente pasaríamos tanto tiempo separados, sería ahora… Ahora cuando aún nos vemos continuamente y cuando todo parece normal a lo ajeno. Nunca imaginé que a pesar de no estar juntos, seguirían esas miradas, ese “te busco a escondidas y te encuentro, pero no quiero que sepas que te estuve buscando”. Es más, hasta llegué a pensar qué sería si habláramos, si estuviéramos a solas, juntos, sin disturbios a nuestro alrededor. Pero quizás, no sea de los mejores pensamientos que he tenido a lo largo de mi vida… Es algo, que dudo pueda concretarse. Pero la duda no quita la esperaza ni el anhelo a que eso suceda. Aunque hace varios meses quizás tengo otra inquietud, otra duda… Y esta si que realmente no nos incluye, sino, que se trata solamente de ti… ¿Cómo es posible que aguantes el maltrato, el menospreciarte y el desvalorar de tus acciones? Si antes alguien simplemente se burlaba de algo que hacías, saltabas como una langosta a defender tu persona, como quien se enfrenta a una bala por amor. Antes defendías tus ideales, tus opiniones y hasta no permitías que te menospreciaran. Y en esta inquietud, no sólo yo me aferro, sino varias personas del alrededor. Me es inevitable pensar que te lavaron el cerebro, o algo por el estilo, si es que de todas esas cosas existe alguna posible… Soportaría ver lágrimas en mi rostro, pero no pequeñas gotas cayendo de tus ojos, como el 14 de febrero del 2010 o el 25 de octubre de 2008.
Y una vez más, pregunto a quienes me conocen: ¿Qué somos? ¿Qué somos cuando nos miramos y no hablamos, cuando sientes algo por dentro y simulas lo mejor posible que por fuera no sucede nada? Pregunto, quiero respuestas, nadie me las puede dar. Nadie, nadie de quienes son mis entrevistados. Porque bien sabes que tú podrías contestarme con claridad qué somos. Por qué sucede lo que sucede y por qué nos sentimos de esta manera.
Y si alguien me pregunta cuál es mi deseo principal para el próximo año, es inevitable contestar que quisiera saber si aún me amas como todas aquellas veces que lo mencionaste, pero por sobre todas las cosas, por ese “te amo” del 17 de abril del 2011, fecha que ambos recordaremos a pesar de nunca sentir nada por el otro. Pediría mi oportunidad de decirte te amo y preguntarte a los ojos si ya no me amas como solías hacerlo. Es un deseo, es una contradicción el querer que no suceda, quizás a contradicción es el miedo a la respuesta. (no por eso, voy a dejar de amarte como lo he hecho todos los días desde que siento lo que siento).
With love, J
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