El amor no siempre entra tocando la
puerta. O sí. Pero lo hace de otra manera a la esperada. Sus entradas pueden
ser tanto triunfantes como trágicas. Pueden ser doradas, mágicas, o tener un
color triste, un tono oscuro que denote soledad. También se pueden dar por el
camino de la amistad, llegando a convertirse en algo más con el pasar de los
días. De una u otra forma, el amor no es esa clase de sentimiento que entra
tocando el timbre y respondiendo con alegría su nombre. Es aquello que nos golpea la puerta, y tras
un “¿quién es?”, no obtenemos respuesta. Suele ocurrir que nuestra curiosidad
es mayor ante las inmensas expectativas sobre quién está detrás del portal. Al
abrir, nos encontramos con una clase de amor, que puede o no ser aquella que
esperábamos. Sin embargo, lo es. Y no importa que quedes anonadado ante su
presencia, porque él se va a encargar de pasar a tu hogar, de intentar inundar
el alma y llenar cada rincón de felicidad. Reparte sonrisas, haciendo que cada
una adopte un nombre diferente. Distribuye una pizca de abrazos, besos y
agasajos para depositarlas en cada ser que desea transmitir algo, y no sabe
cómo hacerlo. A partir de ahí, el amor cobra vida. A veces, sus ciclos son muy
cortos, mientras que otros parecen ser eternos. Sin importar cuán larga o corta
sea su duración, hay historias que logran deslumbrar al mundo, dejar
boquiabiertos a unos cuantos; logran cruzar los puentes que se interponen entre
ellos. Como también están aquellos amores que no son tan fuertes, que no logran
vencer al monstruo que busca aterrorizarlos. Si nos ponemos a buscar cuántos
amores hay, encontramos infinitos casos, infinitas posibilidades. Suelen
transcurrir varios días, meses o hasta incluso años, y la persona aún no
reconocer que está viviendo en un mundo lleno de amor; su mundo. Puede que
continúe con expectativas que no se asemejan a su realidad, viviendo en la
fantasía de su mente, dejando de lado aquello que está delante de sus narices.
Esto es motivo de a veces perder la esencia pura del amor, y no solemos
descubrirlo hasta que es tarde y no hay remedios ni solución.
Y están aquellas personas, que a lo largo de su vida, descubren diferentes estilos de amor. Con distintas cualidades, distintos aromas que permiten a la imaginación volar, particularidades que hacen que cada amor sea único e inigualable. Amores de diferentes colores, pudiendo contemplar esos colores más cálidos ante el amor pasional, y descubriendo aquellos colores más pacíficos, como un amor tranquilo, profundo a veces como el océano azul.
Amores de novelas, amores llenos de aventuras, los que se visten de misterios; amores clandestinos, amores que cruzan fronteras. Amores que llegan cuando menos se los espera, amores que nutren al corazón de una manera particular; llenan el alma, se regocijan en risas y caricias. Amores esenciales, amores que sacrifican, esos que iluminan. Amores únicos e indescriptibles. Amor, amor, amor. Amor como el que hoy inunda mi corazón, amores como el que hoy hacen que mi sonrisa lleve su nombre.
Y están aquellas personas, que a lo largo de su vida, descubren diferentes estilos de amor. Con distintas cualidades, distintos aromas que permiten a la imaginación volar, particularidades que hacen que cada amor sea único e inigualable. Amores de diferentes colores, pudiendo contemplar esos colores más cálidos ante el amor pasional, y descubriendo aquellos colores más pacíficos, como un amor tranquilo, profundo a veces como el océano azul.
Amores de novelas, amores llenos de aventuras, los que se visten de misterios; amores clandestinos, amores que cruzan fronteras. Amores que llegan cuando menos se los espera, amores que nutren al corazón de una manera particular; llenan el alma, se regocijan en risas y caricias. Amores esenciales, amores que sacrifican, esos que iluminan. Amores únicos e indescriptibles. Amor, amor, amor. Amor como el que hoy inunda mi corazón, amores como el que hoy hacen que mi sonrisa lleve su nombre.
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